Estados Unidos bombardeó tres sitios nucleares iraníes: Fordo, Natanz e Isfahán, con bombas MOP y misiles Tomahawk.
El destino del uranio de grado casi bomba, suficiente para 9-10 armas, es desconocido; funcionarios admiten no saber su paradero.
Hay indicios de que Irán movió hasta 400 kg de uranio enriquecido al 60% antes del ataque.
Las instalaciones recibieron daños graves pero no fueron completamente destruidas, sobre todo las subterráneas.
La reconstrucción y reposición de los complejos de centrifugado llevará años, retrasando el programa nuclear iraní.
Las inspecciones de la AIEA, fundamentales para verificar el material, están suspendidas durante el conflicto y su reanudación es incierta.
Analistas estiman que el ataque podría retrasar el programa nuclear iraní entre dos y cinco años.
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