La autora borró más de diez mil notas de su sistema de PKM y sintió alivio inmediato y silencio mental.
Un “segundo cerebro” puede convertirse en un mausoleo que congela la curiosidad y reemplaza el pensamiento activo.
La acumulación total de información fomenta la posposición del trabajo de reflexión y genera ansiedad por lo no leído.
El cerebro humano funciona de forma asociativa y emocional, no como un archivo estructurado con etiquetas y enlaces.
La destrucción selectiva de notas se compara al arte de la resta en diseño y permite recuperar la agencia y la presencia.
La autora apuesta por un sistema mínimo: escribir lo esencial, borrar lo innecesario y confiar en la recuperación natural de lo importante.
Prefiere vivir el conocimiento en lugar de gestionarlo con un sistema complejo.
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